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El mundo cierra una era con la muerte de Isabel II

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El mundo cierra una era con la muerte de Isabel II
Este jueves 8 de septiembre, el fallecimiento de la monarca más grande que ha tenido Reino Unido, marcó un hito en el ámbito simbólico, político y social en todo el mundo.

Una de las figuras más vivas del siglo XX era la reina Isabel ll. Nombres como Nelson Mandela, Juan Pablo ll y Mijaíl Gorbachov, son solo algunas figuras mundiales que han dejado este mundo en diversos periodos. Este jueves falleció a sus 96 años de vida y 70 de reinado, la monarca más grande que ha tenido el Reino Unido. Reina entre los reyes.

Para muchas personas en el mundo ella solo fue la Reina. A secas. La única que la mayoría de la gente había conocido, no solo en el país europeo, sino en todo el mundo.

Su trascendencia entraba más en el terreno de lo simbólico que de lo político: fueron su silencio y su capacidad para ocultar sus opiniones o emociones los que le granjearon su reputación.

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En un momento en que las certezas desaparecen y todo parece menos sólido, Isabel II encarnaba -como describió la primera ministra, Liz Truss, en su discurso de despedida- a la «roca» sobre la que se edificó el Reino Unido moderno.

Su muerte no pilló a nadie por sorpresa. En los últimos meses apenas se le había visto en público, y exhibía una imagen frágil. Su último acto oficial fue la recepción a Truss en su amado castillo escocés de Balmoral, la morada favorita de su difunto marido Felipe. También allí fue donde vivió los últimos minutos de su vida.

Su salud había caído en picada, especialmente tras el fallecimiento el año pasado de su marido Felipe, duque de Edimburgo.

Sin embargo, no por esperada la noticia causa menos impacto. No son pocos los británicos que hoy se declaran huérfanos y lloran su ausencia ante la incertidumbre que han traído el Brexit, la pandemia o la guerra en Ucrania.

El nuevo rey, Carlos III, carece del cariño popular del que sí gozaba su madre. Y no es porque ésta fuera especialmente carismática. Su virtud, y también su trabajo, fue esencialmente ser y estar. Y fue y estuvo siete décadas, toda una vida, más que cualquier otro monarca coetáneo.

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