Cuando el fugitivo narcotraficante mexicano de la década de 1980 Rafael Caro Quintero fue arrestado en México la semana pasada, sus víctimas despertaron viejos y terribles recuerdos.
Lannie Walker, la hija del escritor estadounidense John Clay Walker, fue una de estas.
Si bien Caro Quintero solo fue sentenciado en México por el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena y el piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar en 1985, su pandilla aparentemente mató a seis ciudadanos estadounidenses en la ciudad occidental de Guadalajara alrededor del mismo tiempo.
John Clay Walker, entonces de 36 años y escritor que se había mudado a Guadalajara para terminar un libro, era uno de ellos.
“Ambos nos alegramos mucho de saber que había sido capturado, y también nos trajo mucho trauma”, confesó Lannie Walker. “Mi hermana y yo hemos perdido casi 40 años con nuestro padre, no hay nada que pueda compensar eso”.
El escritor estadounidense y su amigo Alberto Radelat, estudiante de odontología de Fort Worth, Texas, habían entrado a “The Lobster”, un restaurante de mariscos de lujo en Guadalajara, para celebrar el regreso planeado de Walker a los Estados Unidos.
No sabían que Caro Quintero y sus acompañantes estaban celebrando una fiesta privada en un cuarto trasero del sitio.
“Nuestro padre era un ciudadano estadounidense que no estaba involucrado en la guerra contra las drogas entre México y Estados Unidos, era un espectador inocente que, sin saberlo, quedó atrapado en la mira de un peligroso cartel de la droga”, explicaba Lannie Walker.
Agregó que “comenzaron a interrogar a mi padre y a Al, preguntándoles qué sabían sobre los agentes antidrogas en México, qué sabían sobre la investigación. Mi padre no sabía nada, era un escritor inocente. Lo torturaron con un picahielo durante una hora”.
Mike Vigil, exjefe de operaciones internacionales de la DEA, aseveró que “Caro Quintero era una de esas personas que debido a que ahora tenía poder, tenía riqueza, cruzó la línea muchas veces en cuanto a las personas que mató”.
Al describir lo que ocurrió en el restaurante, Vigil dijo que “miraron hacia afuera y vieron a los dos estadounidenses e inmediatamente a través de su paranoia también pensaron que eran agentes de la DEA. Lo cogieron por la espalda y lo mataron a puñaladas”.
Los cuerpos de Radelat y Walker fueron encontrados envueltos en una alfombra en junio de 1985, casi cinco meses después de su desaparición.
En diciembre de 1984, dos jóvenes matrimonios estadounidenses caminaban de puerta en puerta en Guadalajara, tratando de difundir su fe como testigos de Jehová. Los cuatro fueron secuestrados y nunca más vistos.
Dos oficiales de la policía estatal indicaron más tarde que ayudaron a secuestrar y matar a las parejas por orden de Caro Quintero y su compañero capo Ernesto Fonseca Carrillo. Aparentemente tocaron a la puerta de Fonseca Carrillo sin darse cuenta mientras hacían proselitismo.
Vigil, quien estaba en México y trabajaba en el caso de Camarena en ese momento, explicó por qué la investigación se centró en el asesinato del agente de la DEA.
“Creo que la DEA se concentró en el caso de Kiki Camarena y luego en los cargos de narcotráfico. No creo que la DEA, no estuviera interesado en los otros asesinatos, pero, ya sabes, eso probablemente habría caído en la jurisdicción de tal vez otra agencia”, aseveró Vigil.
“Una de las cosas en las que realmente nos enfocamos fue en llevar a estas personas ante la justicia simplemente porque la DEA se comprometió a que si uno de los agentes es asesinado, perseguiremos a estas personas hasta el fin del mundo y no escatimaremos en gastos. Cualquier recurso o cualquier actividad que tengamos que hacer para hacer el trabajo”, añadió.
Lannie Walker confesó que “si Caro Quintero es extraditado a Estados Unidos y es condenado y castigado aquí, eso sería una pequeña cantidad de justicia”.
Pero, es probable que no suceda rápidamente. Los abogados de Caro Quintero interpusieron medidas ante el tribunal -y el juez estuvo de acuerdo- que asegurarían que pase por el proceso completo de extradición y tendrá la posibilidad de los recursos correspondientes en caso de ser necesario. La extradición del exlíder del cártel de Sinaloa, Joaquín “El Chapo” Guzmán, tomó un año.
