Hace cinco años, el líder liberal Justin Trudeau apostó a que los canadienses estaban cansados de la austeridad cuando la plataforma electoral de su partido dio el paso herético de prometer generar déficits presupuestarios a mediano plazo.
Ahora, Trudeau se está preparando para apostar nuevamente a que los canadienses apoyarán aún más el gasto deficitario cuando su gobierno lance una nueva agenda a finales de este mes para responder a los desafíos económicos y de salud que plantea la pandemia de COVID-19.
«Estamos pidiendo a los canadienses que se embarquen en una dirección completamente diferente como gobierno», dijo el primer ministro el miércoles en una entrevista.
«Vamos a reconstruir la economía canadiense de una manera mejor que antes» agregó.
El esfuerzo de reconstrucción comienza con el discurso del trono del 23 de septiembre y continuará más tarde en el otoño cuando la ministra de Finanzas, Chrystia Freeland, publique su primera perspectiva económica.
Anclas lejos
Esa perspectiva pondrá un precio a las prioridades establecidas en el discurso: inversiones para hacer que la economía canadiense sea más respetuosa con el medio ambiente, dinero para apoyar y proteger a las personas vulnerables, cuidado infantil para garantizar que las mujeres no tengan que elegir entre el trabajo y sus hijos, y planes para abordar el racismo sistémico.
En tiempos normales, el gasto en esas iniciativas se vería limitado por las preocupaciones sobre el tamaño del déficit o la preocupación de los propios liberales por mantener la relación deuda/PIB más baja entre los países del G7.
Los economistas llaman a estas restricciones «anclas fiscales», parámetros que garantizan que los gobiernos ejerzan cierta disciplina cuando implementan sus planes de gasto.
Los apoyos económicos introducidos esta primavera por el gobierno de Trudeau para ayudar a los canadienses a sobrevivir al cierre del COVID-19 hicieron volar el déficit hasta la suma inconcebible de $343 mil millones.
Sin objetivo para volver al equilibrio
Pero los principales sectores de la economía, incluidas las industrias de las aerolíneas y el turismo, aún no se han recuperado. Una segunda ola de la pandemia podría obligar a las empresas y escuelas a cerrar nuevamente, si no a nivel nacional, al menos en aquellas comunidades donde ocurren los brotes.
La incertidumbre de la recuperación, la probabilidad de que se necesite más apoyo económico, la escasez de cuidado infantil, todos hacen que predecir cuánto gasto federal se requerirá sea casi imposible.
Los iniciados liberales dicen que no habrá un objetivo para volver a presupuestos equilibrados cuando el gobierno detalle sus planes de gasto; el único compromiso que ha hecho el primer ministro es que el plan de recuperación posterior a COVID no aumentará los impuestos.
Scott Clark y Peter DeVries, ambos ex altos funcionarios del Departamento de Finanzas federal, advirtieron esta semana que es imprescindible algún tipo de ancla fiscal.
Reversión de la ortodoxia fiscal
Los iniciados liberales dicen que se están preparando para ir más allá de las anclas fiscales, argumentando que los desafíos expuestos por la pandemia requieren esfuerzos de gasto innovadores, no solo de Canadá sino de países de todo el mundo.
Algunos diputados creen que abordar el racismo sistémico en la policía debería estar en la parte superior de la lista de tareas pendientes del gobierno; otros quieren ver un gasto inmediato en infraestructura verde, para todo, desde la compra de nuevas flotas de autobuses eléctricos para los sistemas de transporte municipal hasta la mejora de las viviendas.
Esas prioridades son compartidas por muchos de los líderes laborales que disfrutan de un acceso significativo al gabinete de ministros de Trudeau.
