Un canadiense que contrajo COVID-19 mientras estaba bajo la custodia de las autoridades de inmigración de Estados Unidos murió, dejando a su familia conmocionada y buscando respuestas de los gobiernos de ambos lados de la frontera.
James Hill, de 72 años, falleció en un hospital de Virginia el miércoles, cuatro semanas después de ser trasladado allí desde un centro de detención cercano administrado por el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE).
Hill, un ex médico de Louisiana, había estado bajo la custodia de ICE durante tres meses después de cumplir más de 13 años de prisión por fraude a la atención médica y distribución de una sustancia controlada.
Deportación de Hill había sido autorizada en mayo por un juez
Su hija dice que Hill debía volar a su casa en Toronto a principios de julio, pero el ICE dice que comenzó a experimentar problemas respiratorios y fue trasladado de urgencia a un hospital local el 10 de julio, dando positivo por COVID-19 al día siguiente.
Centro de detención sin control del virus
La hija de Hill, Verity Hill, dijo que su padre describió el centro de detención de Farmville como «el peor lugar en el que había estado» y estaba cada vez más preocupado de que pudiera contraer el virus.
Ella dijo que inicialmente su padre había sido puesto en confinamiento solitario para proteger su salud, pero fue removido por razones que no fueron aclaradas a su familia.
“Creo que simplemente piensan que algunas personas merecen morir…. Eso es lo que pasó por mi mente» afirma la hija de Hill.
ICE se pronuncia sobre el caso
La portavoz Kaitlyn Pote dijo que la agencia está siguiendo todas las instrucciones del gobierno sobre COVID-19 y brindando a los detenidos acceso regular a pruebas y tratamiento médico.
Pero Claudia Cubas, de la organización de justicia para inmigrantes CAIR Coalition, dijo que la muerte de Hill pone de relieve la falta de voluntad de las autoridades estadounidenses para proteger la salud y la seguridad de los detenidos.
Cubas argumentó que la incapacidad de los inmigrantes detenidos para distanciarse físicamente, y la constante integración de nuevos detenidos, hacen que la propagación del COVID-19 en los centros de detención sea increíblemente fácil.
