El ministro de Educación de Serbia, Branko Ruzic, renunció el domingo tras el tiroteo de la semana pasada en una escuela primaria en el que murieron ocho niños y un guardia de seguridad, en medio de la ira pública.
El país está conmocionado y de luto por los dos tiroteos: la masacre escolar en la capital el miércoles y un alboroto en las afueras de la ciudad el jueves en el que murieron ocho personas.
Los sospechosos en ambos casos, un niño de 13 años y un hombre de 20 respectivamente, están bajo custodia.
Los partidos de oposición, que culpan al gobierno de la primera ministra Ana Brnabic por no haber evitado los dos ataques, han pedido a sus simpatizantes que se unan a una marcha antigubernamental el lunes por la noche en Belgrado. Exigieron la renuncia de Ruzic, entre otras cosas.
«Como hombre responsable y bien educado, como profesional en el cumplimiento de todos los deberes públicos hasta el momento, y como padre y ciudadano de Serbia, tomé la decisión racional de renunciar», sostuvo Ruzic en su carta de renuncia a Brnabic.
Tras los tiroteos, el gobierno introdujo una serie de medidas la semana pasada destinadas a prevenir la violencia en las escuelas y reducir el número de armas en poder de los civiles.
Serbia tiene una arraigada cultura de las armas, especialmente en las zonas rurales, pero sus leyes de control de armas eran bastante estrictas incluso antes de los últimos tiroteos. Este y el resto de los Balcanes Occidentales están repletos de armas y artillería de grado militar que quedaron en manos privadas después de las guerras de la década de 1990 que destrozaron la ex Yugoslavia.
