Israel realizó ataques de represalia contra posiciones militares del grupo islamista Hamás en Gaza y el Líbano, aunque atacó objetivos selectivos para evitar una escalada de violencia, mientras la tensión sigue alta en Jerusalén Este y Cisjordania ocupada.
Tras intensos ataques del Ejército israelí contra el sur de Líbano y la Franja, territorios desde donde milicianos palestinos dispararon cohetes, el resto del viernes transcurrió sin intercambios de fuego.
El incidente más grave sucedió en el norte de Cisjordania ocupada, donde murieron dos mujeres colonas israelíes y una tercera resultó herida de gravedad en un tiroteo con arma de fuego que servicios médicos y autoridades israelíes asociaron a atacantes palestinos.
El Ejército israelí también llamó a filas a soldados reservistas, en especial pilotos de aviones y operadores de drones.
Tras el lanzamiento de 36 cohetes desde el Líbano al norte de Israel –el mayor ataque procedente de este país árabe en 17 años–, el debate entre Gobierno y aparato de Defensa israelíes fue cómo actuar sin arrastrar al país a un conflicto abierto con la milicia chií libanesa Hezbolá, aliada de Irán y principal enemiga de Israel en Líbano, con quien ya se enfrentó en una guerra en 2006.
A su vez, en otro viernes del mes sagrado musulmán de Ramadán, día de plegaria más importante, unos 130.000 palestinos asistieron a la Explanada de las Mezquitas para rezar sin que hubiera incidentes graves. Según la prensa, algunos fieles ondearon banderas palestinas de Hamás.
La Explanada –tercer lugar más sagrado del islam y primero para el judaísmo– fue el epicentro de tensión y detonante de la actual escalada, tras la irrupción violenta de la Policía israelí en la mezquita de Al Aqsa en las noches del miércoles y jueves.
Esto derivó en fuertes choques con palestinos, hubo más de 30 heridos y 350 detenidos. Otro frente abierto es la Franja de Gaza, bloqueada por Israel desde que Hamás –a quien considera un grupo terrorista– asumió el poder.
