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Yemen sigue sumido en el caos un año después de la toma hutí de Saná

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Seguidores del ejército hutí sostienen armas y banderas yemeníes durante un desfile de conmemoración del primer aniversario de la toma de Saná por parte de los rebeldes hutíes hoy, lunes 21 de septiembre de 2015, en Saná (Yemen). EFE
Seguidores del ejército hutí sostienen armas y banderas yemeníes durante un desfile de conmemoración del primer aniversario de la toma de Saná por parte de los rebeldes hutíes hoy, lunes 21 de septiembre de 2015, en Saná (Yemen). EFE

Saná, 21 sep (EFE).- Un año después de la invasión de los rebeldes hutíes de la capital yemení, Saná, el caos sigue reinando en un país arrasado por combates y bombardeos protagonizados por partidarios y detractores del presidente Abdo Rabu Mansur Hadi, respaldado por una coalición liderada por Arabia Saudí.

Con motivo del primer aniversario de la toma de la capital, el grupo chií de los hutíes y su aliado, el expresidente del país Ali Abdalá Saleh, movilizaron hoy a miles de sus partidarios en el centro de Saná.
Los asistentes celebraron que el 21 de septiembre del año pasado los rebeldes hutíes, apoyados por las fuerzas de Saleh, consiguieron tomar el control por la fuerza de la capital yemení, casi sin resistencia alguna.
Tras la conquista de la ciudad, los hutíes capturaron a sus opositores y destruyeron sus casas, lo que produjo la ira de las fuerzas políticas internas y de la comunidad internacional.
Asimismo, los rebeldes decidieron disolver el Parlamento y comenzaron a excluir a los opositores de las cargos civiles y militares, y cerraron los medios de comunicación que dependían de la oposición.
Los rebeldes chiíes, respaldados por Irán, aseguraron entonces que sus ansias de poder constituían una revolución contra la corrupción.
El 7 de octubre del mismo año, los hutíes impusieron el «arresto domiciliario» al presidente legítimo del país, Hadi, en Saná.
Meses después, el 22 de enero de 2015, Hadi presentó su dimisión junto al Gobierno, presidido por Jaled Bahah, a causa de la creciente presión por parte de los rebeldes.
El 19 de febrero, Hadi atestó un fuerte golpe al movimiento chií al lograr escapar de su reclusión y huir a la sureña ciudad portuaria de Adén, la antigua capital de lo que se conocía como Yemen del Sur, antes de que las dos partes del país, el norte y el sur, se unieran en 1990.
En ese momento, los hutíes empezaron su avance militar a las ciudades del sur, con la intención de llegar a Adén, el nuevo bastión de Hadi.
Ante esa presión, a mediados de marzo, el presidente se vio obligado a huir a Riad junto al Gobierno.
El 26 de marzo, Arabia Saudí, apoyada por diez países árabes, declaró la guerra contra los hutíes y las fuerzas de Saleh que les apoyan y organizó una coalición que desde entonces bombardea sus posiciones.
Menos de un mes después del inicio de la campaña militar, las fuerzas leales a Hadi, respaldadas por tropas de la coalición árabe, expulsaron a la mayoría de los hutíes de Adén y de otras cinco provincias meridionales.
A principios de este mes de septiembre, las fuerzas de Hadi, apoyadas por combatientes tribales leales y por la coalición árabe, tomaron el control de dos tercios de la provincia petrolera de Mareb, que se encuentra a unos 190 kilómetros al este de Saná.
A día de hoy, la coalición militar árabe ha cortado las líneas de suministro de los productos básicos de los hutíes, como los combustibles.
Asimismo, los rebeldes se encuentran asediados en zonas pobladas y en las montañas remotas de la provincia de Saada, su bastión principal, a causa del cierre de los puertos y los aeropuertos del país.
Por otro lado, la ONU está intentando sentar en la misma mesa de negociaciones a las partes del conflicto, pero el Ejecutivo yemení se ha negado a hacerlo hasta que los hutíes no cumplan la resolución 2216 de Naciones Unidas, que exige que se retiren de sus posiciones y entreguen las armas.
El conflicto ha llevado al Yemen a un deterioro humanitario sin precedentes, ya que las organizaciones de la ONU que trabajan en este ámbito aseguran que más de 4.900 civiles yemeníes han muerto desde el estallido de la guerra el pasado marzo.

Por Jaled Abdalá

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