Miserable, mediocre, pobre y terrible. Cualquiera de estos adjetivos cae bien para describir el mal servicio de emergencias en los hospitales de Ontario.
Aunque los gobiernos federal y provincial anunciaron inversiones para mejorar los tiempos de atención en las emergencias de los hospitales de Ontario, la cosa cada vez es peor.
Recientemente viví una experiencia personal bastante desagradable en el hospital universitario de London, llegué con mi esposa y mi bebé a la emergencia de esta institución hospitalaria a la una de la tarde de un domingo, mi esposa presentaba un cuadro complejo de presión arterial alta y dolores de cabeza continuos, al llegar nos atendieron rápidamente ya que estos síntomas son a todas luces problemas cardiovasculares.
Luego de una hora y media de espera llamaron a mi esposa y le hicieron un electrocardiograma y le tomaron exámenes de sangre, hasta allí todo iba bien. Pero después empezó el viacrucis, pasaron 7 horas de espera para que por fin llamaran a mi esposa a una camilla, bastante incómoda, por cierto. Al llegar a este pequeño cuarto creíamos que por fin el doctor llegaría a ver a mi esposa, pero el galeno no llegó.
Luego de nueve horas de espera el médico nunca apareció, mi pequeña hija que nos acompañaba estaba ya desesperada y decidimos irnos del hospital sin poder ver al médico, para sorpresa nuestra la enfermera nos trae un papel para que firmemos nuestra salida del hospital.
Documentos para justificar su mediocridad
El papel decía textualmente que nos retiramos de la emergencia del hospital porque no estábamos de acuerdo con el tratamiento que el doctor había planteado, cuando mi esposa y yo leímos esta blasfemia nos ofendimos ya que nosotros nunca vimos a un doctor en las nueve horas que estuvimos en el hospital.
Evidentemente al traducir el documento a español nos negamos a firmar semejante afirmación falsa. Al final entendimos que el hospital hace firmar esta carta a las personas para protegerse ya que, si una persona que no fue atendida por su negligencia y se va de la emergencia y muere después, la demanda en contra del hospital sería cuantiosa.
Lo paradójico de este episodio, que hoy les comparto en este editorial, es que al final la enfermera en vez de traernos al doctor, nos trajo a los de seguridad porque según ella no quería que la grabara en video luego que le dije que lo que estaban haciendo era muy delicado, que yo era periodista y que los iba a denunciar públicamente por semejante atropello.
Esta pesadilla que viví con familia en el hospital universitario de London la viven el 99% de los canadienses residentes en Ontario en todos los hospitales de la provincia.
Los servicios de emergencias de Canadá están muy mal, esa podría ser la descripción más clara de un servicio mediocre, pobre y miserable, donde la negligencia de sus funcionarios atropella los derechos de los ciudadanos. ¿Me pregunto adónde van nuestros impuestos, por qué la sanidad de Canadá convierte en mendigos de sus servicios a los ciudadanos vulnerando sus derechos?
No hay derecho que esto pase en un país que se jacta de mostrarse al mundo como un país desarrollado y amante de la diversidad cuando en realidad su sistema de salud trata a sus ciudadanos de manera miserable.
Negligencia administrativa
Los hospitales están dotados con todos los suministros y la tecnología para atender a los ciudadanos canadiense pero el sistema de salud se raja y se rompe en servicio y atención médica sobre todo en las emergencias de los hospitales, es verdaderamente vergonzoso y frustrante.
Esta no es la primera vez que vivo este tipo de episodio tortuoso en la emergencia de un hospital canadiense, mi madre llegó caminando a la emergencia de un hospital canadiense después de haber sufrido una parálisis facial y salió en un cajón sin vida 17 días después. Cuando pregunté a los médicos ninguno supo explicarme cómo una persona que llega caminando a la emergencia de un hospital muere 17 días después.
Lo más lamentable del sistema canadiense de salud es que la gran mayoría de los recursos anunciados después de la pandemia por el gobierno han sido administrados por las provincias y los han direccionado en otros proyectos que no tiene nada de ver con la salud, es decir, que el dinero nunca llegó al sistema sanitario de las provincias.
Lamentablemente seguiremos en cuidados intensivos en Canadá con el espantoso sistema de emergencias en hospitales. Al final escucharemos a la enfermera afirmar “tranquilo bobby, Tranquilo “como la canción el Niágara en Bicicleta del maestro Juan Luis Guerra.