La ciudad colombiana de Medellín, que acoge esta semana el VII Foro Urbano Mundial de ONU-Hábitat, se mostró hoy ante el mundo como un modelo de superación y presentó la «Carta Medellín», documento que propone una reflexión pública sobre las urbes del futuro.
Medellín, la segunda ciudad de Colombia con unos 2,5 millones de habitantes, fue en los años noventa del siglo pasado la urbe más violenta del mundo con una tasa de homicidios que alcanzó los 380,6 por cada 100.000 habitantes en 1991, mientras que en 2013 esa tasa estaba en 38, ocupando el puesto 35 en ese ránking.
«Se puede salir de una noche tan oscura y tan dolorosa», dijo durante un encuentro con periodistas el alcalde de esta ciudad, Aníbal Gaviria, quien este miércoles también ocupó uno de los espacios centrales del Foro al pronunciar la conferencia «Medellín: una ciudad de vida», en la que presentó al mundo su documento.
La «Carta Medellín» destaca el respeto por la vida, el desarrollo humano integral y la equidad como los grandes desafíos que la ciudad colombiana comparte con el resto del mundo y propone un nuevo diálogo internacional en torno a cuestiones cruciales para las urbes modernas.
Elegida en 2013 como la ciudad más innovadora del mundo por el periódico estadounidense The Wall Street Journal, Medellín tiene en la actualidad un sistema de transporte público con metro, el único de Colombia, además de un sistema cable aéreo y un tranvía en construcción, así como escaleras mecánicas en sus barrios más escarpados en las lomas.
«En Medellín no se han inventado cosas, la innovación de Medellín ha sido darle un nuevo sentido», digo Gaviria sobre los aspectos citados, a los que se suma la recuperación de espacios públicos en las zonas populares, llamados Unidades de Vida Articulada (UVA).
El alcalde presentó, además, los programas de nutrición infantil, con el que «se ha pasado página a la muerte por desnutrición» y de erradicación de la pobreza extrema, que afecta al 3 % de la población en esta ciudad y espera erradicarla en los próximos cuatro años.
Aunque «Medellín no es una obra acabada», tal y como reconoció Gaviria, si que ha mostrado unos índices que demuestran su espíritu de superación y que le han servido para ponerse como ejemplo y modelo para las economías emergentes y para impresionar al propio Premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz.
Pese a eso, el director ejecutivo de ONU-Hábitat, Joan Clos, apuntó que los problemas de Medellín son «muchos y muy graves» y se asocian, en su mayoría, al fenómeno del tráfico de drogas en el que muchos jóvenes de la ciudad se enrolan en pandillas o «combos».
En ese sentido, Gaviria apuntó que la administración local no solo se concentra en las políticas sociales, de las que dijo son la principal solución, «sino en el ejercicio de la autoridad y el ataque a la criminalidad».
El alcalde explicó que Colombia, pero en especial Medellín, se vio muy afectada por la «cadena de la muerte de las drogas», que empezó con el narcotráfico, siguió con los cultivos ilícitos, la financiación ilegal y finalmente el consumo.
«La gran mayoría de las ciudades en América Latina y buena parte de África que tiene mayores problemas de violencia tienen como denominador común la cadena de las drogas: el microtráfico y muy recientemente el consumo», dijo.
Para erradicarlo, Gaviria sostuvo una posición parecida a la del presidente colombiano, Juan Manuel Santos: «la solución que hemos venido adoptando, no lo es, por lo tanto otras deben analizarse y estudiarse».
Y pidió la cooperación de Estados Unidos y Europa, «los principales consumidores», para lograr un cambio de paradigma basado en la «pedagogía, la salud publica y la educación».
Medellín protagonizó hoy la jornada central del VII Foro Urbano Mundial cuyos debates se centran en cómo poner freno a las desigualdades crecientes en las ciudades de todo el mundo y en revertir esa tendencia para lograr reducir la brecha entre ricos y pobres.
Medellín (Colombia), 9 abr (EFE).-
