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Según expertos, los servicios de salud mental llegan demasiado tarde

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Según expertos, los servicios de salud mental llegan demasiado tarde
Según expertos, los servicios de salud mental llegan demasiado tarde.

Los casos recientes de violencia en todo Canadá demuestran una clara necesidad de tratar las enfermedades mentales a tiempo, en lugar de esperar hasta que ocurra un delito grave, aseguró Jonny Morris, director ejecutivo de la división BC de la Asociación Canadiense de Salud Mental.

Morris explicó que el énfasis ahora está en que las personas tengan que llegar a un punto particular de su enfermedad antes de recibir tratamiento.

Sus comentarios se producen después de la aparente violencia aleatoria en Ontario, BC y Alberta, incluidas las muertes por apuñalamiento. 

El jefe de policía de Calgary, Mark Neufeld, aseveró en una conferencia de prensa luego de dos ataques de tránsito en la ciudad este mes que los líderes policiales de todo Canadá mencionaron un aumento en las llamadas relacionadas con la salud mental.

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Agregó que ha habido un enfoque reciente en tratar las llamadas como problemas de salud pública en lugar de asuntos de justicia penal, pero la policía ahora lo ve “manifestándose” como un crimen.

Sin embargo, Janice Abbott, directora ejecutiva de Atira Women’s Society, un proveedor de vivienda sin fines de lucro que trabaja en el Downtown Eastside de Vancouver, declaró que no ha visto tanta reticencia.

Morris advierte que recurrir a la enfermedad mental como un «cajón de sastre» de por qué ocurren actos aleatorios de violencia crea un estigma injustificado y puede evitar que las personas en crisis busquen ayuda.

Amanda Butler, criminóloga e investigadora de salud, aseguro que los estudios muestran que la mayoría de los actos de violencia no son cometidos por personas con enfermedades mentales y que es más probable que sean víctimas de violencia o autolesiones.

Y cuando una enfermedad mental grave interactúa con una adicción a las drogas, eso puede elevar el riesgo de violencia, manifestó. 

Butler y el ex subjefe de policía de Vancouver, Doug LePard, fueron coautores de un informe para el gobierno provincial el año pasado que examina a los delincuentes criminales prolíficos. 

Encontró que el puntaje del índice de gravedad del crimen no violento de BC disminuyó un 7,55% en 2021, mientras que su puntaje del índice violento aumentó un 4,32%. 

Los ataques de extraños en Vancouver aumentaron en un 35% entre 2020 y 2021 en comparación con 2019, manifestó. 

El 20% de los encuentros de la policía con personas que viven con enfermedades mentales se relacionaron con delitos violentos, otro 40% fue sobre delitos no violentos y el 40% restante fue por llamadas sobre comportamiento no relacionado con el delito, según el informe. 

Butler también citó un estudio de 2009 publicado por la Asociación Médica Estadounidense titulado ‘Esquizofrenia, abuso de sustancias y delitos violentos’ que encontró que la asociación entre la esquizofrenia y los delitos violentos es mínima a menos que al paciente también se le diagnostique un trastorno por uso de sustancias, aumentando el riesgo de violencia se cuadruplica.

Butler expresó que es importante reducir el estigma, pero el «anhelo» de hacerlo también puede llevar a que los profesionales aborden inadecuadamente la violencia entre esa población.

Si bien el gobierno de BC ha logrado «avances significativos» en algunos de ellos, como los equipos de crisis de salud mental dirigidos por civiles, añadió que debe haber más movimiento en áreas que frenarían directamente el problema de la violencia. 

Dicho servicio ofrecería acceso «sin puerta equivocada» a la atención de salud mental y abuso de sustancias que acepta personas sin cita previa, así como personas transportadas en ambulancia, bomberos y policía, según el informe. 

Morris dijo que cuanto antes reciban ayuda las personas, más fácil será tratar su enfermedad y es menos probable que resulte en violencia.

Sostuvo que la solución es triple: brindar acceso a viviendas asequibles y seguras; cerrar las brechas de atención que existen entre las etapas temprana y tardía de la enfermedad mental; y proporcionar una respuesta dirigida por civiles para aquellos en crisis.

El tratamiento involuntario es una «estrategia predeterminada» y no debe «verse como la panacea dado que no tenemos mucha atención voluntaria disponible», agregó.

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