«Muchos estudios que buscan predictores de riesgo han buscado firmas en la sangre, pero es posible que la sangre no sea realmente el lugar adecuado para buscar», agregó.

La compañía líder en la instalación de aires acondicionados y calefacción de London .

Los investigadores obtuvieron hisopos nasales de 35 adultos con COVID-19 entre abril y septiembre de 2020, desde levemente sintomáticos hasta gravemente enfermos.

También obtuvieron hisopos de 17 sujetos de control y seis pacientes que fueron intubados debido a otras enfermedades. Ninguno de estos sujetos dio positivo por COVID-19.

Para obtener una imagen detallada de lo que sucede en la nasofaringe, los investigadores secuenciaron el ácido ribonucleico (ARN) en cada célula de cada muestra, recolectando un promedio de 562 células por paciente.

Los datos de ARN permitieron a los investigadores determinar qué células estaban presentes en el cuerpo, que contenían ARN proveniente del virus como una indicación de infección, y qué genes activaban y desactivaban las células en respuesta.

Aunque el tamaño de la muestra del estudio es limitado, los datos muestran que las células epiteliales que recubren la nariz y la garganta sufren cambios importantes en presencia de SARS-CoV-2, el virus que causa COVID-19.

En personas con COVID-19 leve o moderado, las células epiteliales mostraron una mayor activación de genes involucrados con respuestas antivirales, particularmente aquellos estimulados por interferón tipo uno, que actúa como una alarma para el sistema inmunológico más amplio del cuerpo.

Pero, en los pacientes que desarrollaron COVID-19 grave, las respuestas antivirales se redujeron notablemente. Más importante aún, sus células epiteliales tenían una «respuesta silenciada» al interferón.

Al mismo tiempo, sus hisopos tenían un mayor número de otras células inmunes que estimulan las respuestas inflamatorias.

En otras palabras, el sistema de alerta temprana de su cuerpo no era tan preciso.

«Todas las personas con COVID-19 grave tenían una respuesta de interferón embotada desde el principio en sus células epiteliales y nunca pudieron aumentar una defensa», aseveró Ordovas-Montanes.

«Tener la cantidad adecuada de interferón en el momento adecuado podría ser la clave para lidiar con el SARS-CoV-2 y otros virus», agregó.

A continuación, los investigadores planean investigar qué está causando la respuesta de interferón silenciado en la nariz y la garganta.

Aunque los resultados son preliminares, los investigadores dicen que puede haber una posibilidad de fortalecer la respuesta al interferón en personas con infecciones tempranas por COVID-19, tal vez con un aerosol nasal o gotas.

«Es probable que, independientemente de la razón, las personas con una respuesta de interferón silenciada sean susceptibles a infecciones futuras más allá de COVID-19», informó Ordovas-Montanes. «La pregunta es, ‘¿Cómo se logra que estas células respondan mejor?'».