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Los efectos en el cuerpo de la escopolamina y las benzodiacepinas

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En la mayoría de los casos recientes las sustancias involucradas pertenecen a la familia de las benzodiacepinas.
Foto: Juan Pablo Rueda / Archivo EL TIEMPO

Aunque cada vez que se utiliza una sustancia para doblegar la voluntad de una persona con fines delictivos se hace referencia a escopolamina o a burundanga, lo cierto es que en la mayoría de los casos recientes las sustancias involucradas pertenecen a la familia de las benzodiacepinas.

Por sus efectos sobre el sistema nervioso central, estos medicamentos utilizados para manejar la ansiedad y otros trastornos, en manos de antisociales se han convertido en una peligrosa herramienta.

En esencia, esta familia de fármacos a los que pertenecen, entre otros, el diazepam, el lorazepam y clonazepam, son agentes depresores del sistema nervioso más selectivos que otros barbitúricos.

Se sabe que actúan en poco tiempo y a los treinta minutos pueden producir somnolencia, mareos, disminución de la concentración, falta de coordinación, y a nivel cognitivo, confusión e incapacidad para discernir. Llama la atención que producen un déficit de la memoria, por lo que algunas personas no recuerdan lo que realizaron cuando estuvieron bajo sus efectos.

En casos de sobredosis o cuando se mezcla con alcohol puede producir vértigo, dolores en el pecho, trastornos del ritmo cardiaco y hasta pérdida de la capacidad para respirar.

En algunas personas las benzodiacepinas pueden producir excitación, irritabilidad y tendencia a la hostilidad.

La vía de administración más común es la oral y se conoce que con fines delictivos la mayoría de las veces se proporciona a las víctimas mezclada en bebidas, incluidas las alcohólicas.

Los delincuentes tienen que tomarse su tiempo para que la droga actúe y por eso deben seleccionar a sus víctimas y hacerles seguimiento hasta que los efectos se produzcan, lo que puede tomar una media hora.

Los mecanismos de prevención frente a esta modalidad incluyen no recibir bebidas de extraños, no perder de vista las bebidas propias, exigir que los envases sean destapados en su presencia y ante el cambio de sabor o característica de la bebida, simplemente abstenerse de tomarla.

El director del Instituto de Medicina Legal, Carlos Eduardo Valdés, señala que, aunque no es la forma más frecuente, también se presentan intoxicaciones por inhalación con fines delictivos.

¿Cómo atender a una víctima?

En caso de que la persona presente somnolencia, mareo o sensación de borrachera no ligada al consumo de alguna bebida o que parezca un efecto desproporcionado, es importante consultar de inmediato al servicio de urgencias más cercano, donde se debe brindar tratamiento para estabilizar a la persona, evitar que el fármaco se absorba desde el tracto gastrointestinal, brindar medidas de soporte, ventilatorios y líquidos, y en casos extremos, utilizar antídotos específicos.

El objetivo es evitar las complicaciones derivadas de la depresión del sistema nervioso central, que puede comprometer los signos vitales y llevar al coma y a la muerte en casos extremos.

CARLOS FRANCISCO FERNÁNDEZ
Asesor médico de EL TIEMPO

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