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Lenín Moreno llega al mando de un Ecuador polarizado

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Lenín Moreno saluda a los simpatizantes desde el balcón del palacio presidencial de Carondelet, en Quito, el 3 de abril.
Foto: Rodrigo Buendía / AFP

Ecuador comienza a escribir este miércoles un nuevo capítulo de su historia con la llegada a la presidencia de Lenín Moreno Garcés, quien gobernará hasta el 2021 para continuar con el proyecto de Revolución Ciudadana que hace 10 años inició el saliente mandatario Rafael Correa.

Presidentes de 15 países asistirán al relevo de mando que da fin a la ‘era correísta’ marcada por una polarización política entre quienes quieren un cambio radical en el manejo político y económico del país, y quienes califican al gobierno de Correa como una década ganada para Ecuador.

Moreno ganó la primera magistratura con el 51,16 por ciento de la votación sobre su contendor en segunda vuelta, el banquero Guillermo Lasso, que logró un 48,84 por ciento de la votación. El nuevo mandatario tiene un camino cuesta arriba para tender lazos en favor de la unidad del país suramericano.

Eliécer Cárdenas, columnista de la revista Avance, considera que Moreno carece del temperamento confrontativo de su antecesor, pero también es posible que no tenga la energía de este hacia los embates oposicionistas. “Combinar la dulzura y flexibilidad con firmeza es el principal reto que afronta el próximo mandatario, además de eliminar la sospecha de que sería nada más que una figura”, asegura Cárdenas.

Pero Moreno defiende su ofrecimiento para gobernar con nuevo estilo al enfatizar que el momento de sentar las bases del proceso necesitaba un líder fuerte (como Correa), pero hoy el momento es distinto y requiere diálogo.

“Rescataremos la armonía, el diálogo, entendiendo y decodificando si es necesario, lo que quieren los ecuatorianos”, ha señalado el nuevo presidente, quien ha sido enfático en que “vamos a trabajar por todos” y que convocará a sectores que se alejaron de los diez años de poder de Correa. Por el momento la oposición ve eso como un discurso y mantendrá un compás de espera para ver cómo se cumple.

Más allá de la apertura de un dialogo, Moreno deberá tomar acciones para dinamizar la economía y ese es su segundo gran reto para enfrentar las consecuencias de la deuda externa que en los 10 años de revolución se incrementó de unos 10.000 millones a 25.680 millones de dólares (26,3 por ciento del PIB).

El fantasma de la desdolarización de la economía ronda al nuevo gobierno aunque el nuevo presidente se reunió esta semana con representantes de la banca privada y aseguró que la dolarización seguirá y será reforzada.

Moreno también tendrá que resistir la exigencia de los programas sociales que se pusieron en marcha durante la bonanza petrolera y que con un duro momento económico están en duda de continuación, más aún si se toma en cuenta que las arcas fiscales tienen un déficit de alrededor de 1.500 millones de dólares.

ANA LUCÍA ROMÁN
Para EL TIEMPO
http://www.eltiempo.com/

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