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La ola antiinmigrante llega a Quebec

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La Meute, un grupo antiinmigración, marcha por estos días en Quebec contra la llegada de ilegales

La Policía Montada canadiense dijo que desde el 1° de agosto ha interceptado a más de 3.800 personas que han entrado ilegalmente al país desde Estados Unidos. La mayoría lo hace por Quebec.

La multitud de solicitantes de asilo político que se reunió aquel día afuera del Estadio Olímpico de esta ciudad, su hogar temporal, proviene de todas partes del mundo. Huyeron de la violencia, la pobreza, la persecución y, algunos dicen, del presidente Donald Trump, y creen que Canadá les permitirá quedarse.

Son parte de una nueva diáspora de centenares de migrantes, en su mayoría haitianos, que han estado entrando diariamente de manera ilegal a Quebec en las últimas semanas, atravesando una zanja al final de una calle bloqueada por la frontera al norte de Nueva York. Buscan beneficiarse de una laguna en un tratado entre los dos países que les permite solicitar asilo en Canadá si no llegan a puertos legales de entrada.

“Perdí todo en Haití, pero ahora tengo miedo de que Estados Unidos me mande de regreso”, dijo Jonathan Luima, de 44 años, un migrante haitiano que llegó a Estados Unidos el año pasado. “Canadá es mi única esperanza”.

Esta reciente afluencia de solicitantes de asilo supone una prueba política y diplomática para el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, en tanto que busca balancear sus declaraciones públicas compasivas hacia los refugiados con un sistema migratorio estricto.

El gobierno canadiense suprimió una política de protección temporal para Haití en 2014 y retomó las deportaciones en marzo. A pesar de la impresión generalizada entre los migrantes potenciales de que Canadá es un puerto seguro, no hay garantía de que se les vaya a permitir quedarse.

“Canadá se representa como un lugar muy hospitalario, pero no estamos abiertos a todo tipo de migrantes”, explicó Mireille Paquet, experta en políticas migratorias de la Universidad Concordia en Montreal. “Ser pobre no es una razón para obtener protección como refugiado”.

Sin embargo, los defensores de los asilados dicen que el gobierno está básicamente alentando a la gente a ingresar al país —y a darle la vuelta al tratado— con su decisión de establecer centros de procesamiento en puntos de cruces ilegales y abrir refugios.

El ejército canadiense anunció que construiría un campamento para 500 solicitantes de asilo cerca de la frontera entre Quebec y Estados Unidos. Las autoridades abrieron el centro de alojamiento temporal en el estadio, con espacio para 1.050 camas hasta septiembre. En una visita reciente al cruce fronterizo en Champlain, Nueva York, llegaban taxis al final de la calle Roxham casi cada 15 minutos, deteniéndose a unos cuantos metros de una zanja que separa a Estados Unidos y Canadá. Los pasajeros tomaban su equipaje, ignoraban un letrero que dice “no caminar aquí” y emprendían el corto recorrido hacia Quebec.

Se supone que los oficiales de la Real Policía Montada de Canadá deben advertir a los recién llegados que serán arrestados por violar la ley internacional al cruzar ilegalmente, pero, en vez de eso, un oficial recibió a los migrantes con una sencilla pregunta: “¿Son de Haití?”.

Algunos de los migrantes dijeron que su preocupación por las políticas migratorias de Trump los había convencido de que Canadá era su única opción. No obstante, fue durante la administración de Obama que se ordenó continuar con las deportaciones de haitianos indocumentados.

Erloun Jean, de 41 años, migrante indocumentada haitiana que llegó a Estados Unidos hace 17 años, se dirigió hasta la frontera con su hijo y su hija nacidos en Estados Unidos. Comentó que el miedo a ser deportada de Estados Unidos la había impulsado a dirigirse a Canadá y que no podía dejar a sus hijos, aunque eso significara alejarlos de todo lo que conocían. “Dijeron: ‘Mamá, me encantan mi escuela y mis amigos’”, comentó mientras caminaban hacia suelo canadiense. “Pero siento que no tenemos elección”.

Cerca de 1.500 solicitantes de asilo ingresaron a Quebec en julio, cantidad que aumentó de 781 en junio, mencionaron los funcionarios quebequenses. Ahora llegan cerca de 200 diarios, según la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá, la cual menciona que muchos son niños estadounidenses en compañía de sus padres indocumentados.

Sin embargo, Jean-Pierre Fortin, presidente del Sindicato de Aduanas e Inmigración, que representa a los agentes al servicio de la frontera canadiense, cree que la cantidad de personas que cruza la frontera está por encima de las cifras gubernamentales.

Alrededor de 900 desayunos se distribuyeron el martes a los solicitantes de asilo que se encuentran en el cruce fronterizo del poblado de Saint-Bernard-de-Lacolle, afirmó, y se ha movilizado a agentes de todo Canadá para ayudar a procesar las solicitudes de asilo.

“En dieciocho años al frente, nunca había visto una crisis como esta”, reveló.

En mayo, el gobierno de Trump anunció que planeaba poner fin a un programa humanitario, el Estatus de Protección Temporal, que permitió que 58.000 haitianos permanecieran en Estados Unidos después del devastador terremoto de 2010. Ese mes, John F. Kelly, entonces secretario de Seguridad Nacional y ahora jefe de Gabinete de la Casa Blanca, extendió el programa seis meses más, hasta enero.

Los migrantes haitianos y sus defensores en Montreal dicen que la ola reciente de solicitantes de asilo llegó al país debido a la diseminación de información falsa que afirmaba que Canadá estaba aceptando automáticamente a personas que se habían beneficiado del programa de Estatus de Protección Temporal en EE.UU.

El año pasado, la Junta de Inmigración y Refugiados de Canadá aceptó el 50 % de las solicitudes de refugio presentadas por haitianos, declaró la agencia. Asimismo, según la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá, desde que Canadá retomó las deportaciones de haitianos en marzo, 19 ciudadanos haitianos han sido enviados de regreso a Haití y 277 a Estados Unidos conforme al tratado entre los dos países.

No obstante, los solicitantes de asilo todavía creen que tienen mejores posibilidades en Canadá. Esta impresión se ha visto reafirmada por el tratamiento que reciben de la policía al cruzar la frontera. “Al llegar, no se les detiene como prisioneros”, explicó Marjorie Villefranche, directora de la Maison d’Haiti, una organización de la comunidad haitiana en Montreal.

Aunque formalmente se les arresta, los migrantes obtienen papeles temporales, un pase de autobús y ayuda gubernamental mensual por 900 dólares canadienses (US$705), con los que pueden pagar una renta mientras esperan su audiencia de solicitud de refugio.

Aquel día en el Estadio Olímpico, quienes esperaban recibir asilo hablaron sobre sus dolorosas travesías.

Ambali Motunrayo, de 37 años, nigeriana, dijo que había huido con su pequeña hija para escapar de su familia política porque querían que la niña se sometiera a la circuncisión femenina.

Ahmed Iftikhar, de 42 años, un activista político de Cachemira Azad, un estado controlado por Pakistán, señalaba las cicatrices que tenía en el brazo mientras explicaba que agentes de seguridad paquistaníes lo habían torturado en varias ocasiones por su participación en un partido político que quiere que Cachemira Azad sea un país independiente. Huyó a Brasil, después llegó a Estados Unidos en octubre con su esposa y cuatro hijos, donde fue detenido durante más de un mes, comentó.

Temerosos ante la actitud de Trump hacia los refugiados, dijo, ingresaron a Canadá por la calle Roxham en julio.

@The New York Times 2017

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