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La excusa perfecta

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La excusa perfecta
La excusa perfecta

“Si los empleados federales en huelga obtienen aumentos salariales, la inflación podría no terminar nunca” así de simple la pinta el Banco de Canadá y convierte la huelga de los trabajadores federales en la excusa perfecta para justificar más aumentos a futuro de las tasas de interés.

Cuando 155.000 trabajadores del gobierno federal se fueron a huelga poniendo a prueba al gobierno también pueden probar la tercera ley de Newton, que establece que para cada acción corresponde una reacción igual y en sentido opuesto.

“No hay duda de que el costo de vida ha estado aumentando y que la gente necesita ayuda. Pero eso no se logra simplemente dando más dinero a todos” afirman los economistas, pero lo que no se preguntan es cómo va hacer la gente para poner un plato de comida en la mesa, en las condiciones de alta inflación que estamos soportando en Canadá.

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En su búsqueda de aumentos salariales, algunos de los cuales, como el casi 30 por ciento para los trabajadores de la Agencia Tributaria de Canadá, son bastante estratosféricos, los sindicatos de servicios públicos están potencialmente encendiendo la mecha de una nueva ronda de alta inflación y el inevitable ajuste de la política monetaria que seguirá.

Si la Alianza de Servicios Públicos de Canadá obtiene sus demandas, también sentará un precedente para otras negociaciones de contratos en el futuro cercano, y los líderes sindicales se animarán a pedir más y más que estas condiciones igualará el juego la pregunta sería si todo sube ¿por qué los salarios no?

El gobernador del Banco de Canadá, Tiff Macklem, lo ha dicho. Y aunque los sindicatos lo han llamado como el hombre de la bolsa para los bancos y economistas de Bay Street, Macklem está haciendo cuentas: “si los salarios suben, los precios suben, y también lo harán las tasas de interés”.

Que simpático el comentario de Macklem, cuando en realidad el culpable de todo este despelote inflacionario es precisamente él.

Como es natural Macklem, que no es otra cosa que un hombre que solo le importa el bienestar de los bancos, está instando a los líderes empresariales a resistir la tentación de incluir una alta inflación en las negociaciones salariales.

La creación de contratos a largo plazo basados en tasas de inflación históricamente altas simplemente perpetúa el problema, creando un estado casi permanente de inflación elevada, y no permite que la situación se estabilice. Eso piensa el banco de Canadá, aquí sí que se aplica la tercera ley de Newton, que establece que para cada acción hay una reacción igual y opuesta, eso debió pensar Macklem cuando elevó las tasas de interés como si estuviera jugando monopolio en el comedor de su casa.

Los economistas vieron por última vez este tipo de espiral de salarios y precios en la década de 1970, cuando las empresas y los trabajadores esperaban una inflación permanentemente más alta, y tanto los precios como los salarios subieron en una profecía retorcida y autocumplida.

Por su parte, los sindicatos ven al Sr. Macklem y los de su calaña economistas extremos que  están exagerando los riesgos de una espiral de salarios y precios en un intento de socavar el poder de negociación de los sindicatos. Es una táctica de miedo, que comenzó mucho antes de las sesiones de negociación de última hora que condujeron a la huelga masiva.

Sin duda, a los líderes sindicales les interesa disparar al mensajero, incluso si el mensaje que entrega es una ecuación comprobable con precedentes históricos. Tal vez vean este momento como una oportunidad de oro para aumentar los salarios independientemente de cualquier impacto económico más amplio y, en el proceso, aumentar sus listas de miembros.

Pero lejos de la huelga de los empleados federales, el problema de inflación en Canadá no va a empeorar o mejorar porque les aumenten el salario a los empleados públicos.

El problema fue generado por el banco central y su gobernador que aumentó las tasas de interés a niveles históricos, solo para recaudar de vuelta, lo más pronto posible, todo el dinero que dieron en pandemia a los ciudadanos para mantener la economía a flote y hasta que ese dinero no sea recuperado con intereses, esa política gubernamental no va a cambiar.

Recientemente vimos al Primer Ministro, Justin Trudeau salir en rueda de prensa a pregonar a todo pulmón que “la inflación había retrocedido”. No sé a qué país se refiere Trudeau porque en Canadá nada ha bajado de precio por el contrario soportamos el aumento del combustible, sin mencionar cuánto le cuesta a un canadiense una docena de huevos o un litro de leche, productos que están por las nubes.

Otra cosa que el gobierno sabe, pero por su doble moral prefiere no intervenir es el negocio inmobiliario, los pobres canadienses que buscan renovar su hipoteca se están enfrentado a una problemática muy seria o aceptan los altos interés de renovación de su hipoteca, que en algunos casos pasan de 8 al 14% o simplemente perder la propiedad. Porque simplemente su salario no alcanza para pagar su hipoteca. Esto, claro, generado por las políticas económicas del Banco de Canadá.

Hoy el aumento salarial que piden los sindicatos federales PSAC del 13.5 por ciento, se nos hace justo si tenemos en cuenta cuánto ha abusado el banco de Canadá con los contribuyentes.

En términos más generales, otra ronda de presión inflacionaria devastadora en Canadá amenazaría con obstaculizar la salud económica y la competitividad global del país. Si las economías de los EE. UU. y otros socios comerciales clave emerge con vigor gracias a una inflación más baja y a la reducción de las tasas de interés, no será fácil ponerse al día.

Al final, esta huelga de trabajadores del sector público va mucho más allá de los servicios que se verán más afectados a corto plazo, como la posibilidad de obtener un pasaporte o una licencia de conducir o cruzar una frontera sin demora.

Mientras tanto los canadienses seguimos rehenes de las tasas de interés impuestas por un banco nacional que más parece un régimen de imposición al cual poco o nada le importa el bienestar económico de sus ciudadanos.

Lo que queda por ver es si la reacción igual y opuesta del gobierno federal a las demandas sindicales es un «no» rotundo. Si no es así, prepárate para volver a entrar en el barril de inflación porque esa será la excusa perfecta del gobierno para seguir aumentando las tasas de interés.

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