Los ciudadanos con menos recursos económicos no entienden por qué la Agencia de la Vivienda Pública de Toronto da cobijo a quienes aparentemente pueden valerse por sí mismos, sobre todo en un momento en el que la demanda excede –en mucho- la oferta. La lista de espera para acceder a una vivienda subsidiada sigue creciendo mientras algunos de sus actuales inquilinos no parecen necesitarla.
Más de 91.000 personas están inscritas en la lista de espera de la Toronto Community Housing Corporation, esperando como agua de mayo que alguno de sus 60.000 alojamientos quede por fin libre y puedan mejorar de esta forma su maltrecha situación vital gracias a un alquiler muy ventajoso y acorde con sus posibilidades económicas. Según reza su página web oficial, el objetivo principal de la TCHC es proporcionar un hogar digno a aquellos “con ingresos bajos o moderados, incluyendo ancianos, familias, solteros, refugiados, recién llegados al Canadá o personas con necesidades especiales”. De ahí que resulte especialmente llamativo que 157 familias que ocupan actualmente tales viviendas tengan una renta anual de como mínimo 60.000 dólares, una cifra que, sobre el papel, se antoja más que suficiente para no tener que recurrir al auxilio de la TCHC. Es más, según ha difundido el programa de televisión CTV News, 46 de esas familias ganan más de 80.000 dólares al año, 15 perciben más de 90.000 y 7 rebasan incluso los 100.000.
¿Por qué personas con orondas cuentas corrientes tienen acceso a una vivienda de bajo coste? Algunos de los máximos responsables de la TCHC han salido a la palestra para aclarar que sólo 27 de esas familias se benefician del subsidio, que la mayoría paga un alquiler acorde con lo que estipula el mercado y que su presencia es necesaria por los réditos que producen. Sostienen que esas personas generan por sí solas alrededor de 70 millones de dólares anuales, una cantidad que no puede despreciarse habida cuenta de lo costoso que resulta construir y mantener 60.000 domicilios subsidiados.
Porz: Marc Servitje.
