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Peter Chávez, emigró de Nicaragua a Panamá y se convirtió en una referencia empresarial en Canadá

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Emigró de Nicaragua a Panamá y se convirtió en una referencia empresarial en Canadá
Emigró de Nicaragua a Panamá y se convirtió en una referencia empresarial en Canadá.

Con apenas 21 años y una maleta llena de sueños por un mejor porvenir, Peter Chávez, un joven nicaragüense, dejó atrás las profundas huellas de la Guerra de Somoza, conocida como la Revolución Popular Sandinista contra la dictadura de Anastasio Somoza, para emigrar, junto con su familia, a Panamá y luego a Canadá, donde fijó su residencia hace 34 años.

En los años 70, la familia Chávez agarró sus equipajes y se fueron a la nación  que une América Central y América del Sur, buscando un futuro que se volvió incierto al tomar el poder Manuel Noriega, un militar y político panameño que instauró una dictadura militar entre 1983 y 1989, para después ser apartado del poder por los Estados Unidos durante la invasión a Panamá.

Esta situación hizo que las cosas en el país se pusieran aún más difíciles por el cierre extendido de los bancos que duró cuatro meses. En ese tiempo no existían las tarjetas de créditos, lo que dificultó el acceso del dinero en efectivo a los panameños. 

“Recuerdo que la última vez que fui con mi papá a echar gasolina al automóvil, llevábamos cien moneditas de centavo, el equivalente a un dólar, que habíamos reunido con mucho esfuerzo”, rememora Chávez, en una entrevista a Magazine Latino Noticias.

La mejor compañía líder en la instalación de aires acondicionados y calefacción de London
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Cuenta que un amigo que había emigrado a Canadá en el año 1988, lo animó a reunirse con él. Por eso, un 1 de mayo de 1988 se decidió a dar el paso y refugiarse en el país norteamericano.

Para esa época, precisa: “mi amigo me dijo que Canadá estaba aceptando nicaragüenses como refugiados y no necesitaban visa para entrar al país”. 

Agregó, que para llegar a Montreal, primero había que pasar por México, ya que era la única ruta entre Panamá y Canadá. 

Uno de las anécdotas más jocosas que recuerda es la recomendación que le dio su amigo: “me dijo que cuando estuviera en el aeropuerto, enseguida me presentará a la oficina de Migración y dijera: “I am a refugee. Eso me sirvió para entrar”.

Acotó, que al momento de su llegada al Aeropuerto Internacional Montreal-Mirabel, localizado en Quebec, unos oficiales de migración revisaron su documentación y no le permitieron salir de la terminal área porque no había transporte para seguir hacia Hamilton, su destino escogido.

Aclaró al instante que: “pasé la noche durmiendo en el suelo porque el primer autobús salía a las 7:00 de la mañana. Al día siguiente me levanté a la hora que me habían dicho los oficiales que llegaba el transporte al aeropuerto y me fui a buscar a mi amigo”. 

En ese momento,  recordó que el oficial que le había recibido la documentación, le indicó que cuando llegara a Montreal, se llegara hasta la oficina de Welfare, para que solicitara asistencia y orientación sobre su caso. Al llegar, los funcionarios de esa oficina, le preguntaron hacía dónde se dirigía y él respondió que a Ontario, lo que dificultó la ayuda, por la diferencia de las leyes provinciales que tiene cada provincia. 

Sin medir palabras, tomó sus documentos y se dirigió al terminal terrestre de pasajeros para comprar un boleto a Hamilton. En su inglés medio “machucado”, pidió una hamburguesa y una soda para calmar el hambre que tenía. 

Una vez en Hamilton,  fue recibido por la familia de su amigo, quienes como buenos latinos, lo aceptaron como parte de la familia.  Casi que inmediatamente, empezó a buscar un empleo y a estudiar inglés por las noches en una escuela local. Allí conoció a unos iraníes que lo invitaron a trabajar con ellos en unas mansiones de una zona exclusiva en Toronto. 

Resaltó que su primer empleo fue de jardinero cobrando 7 dólares la hora, que pagaban al final del día. Durante el verano trabajaba las 8: 00 horas completas: “para mí que venía de Panamá ganando tan poco era mucha plata lo que iba a cobrar”.  En ese empleo conoció  al dueño de una de las casas que estaba arreglando y que iba a ser uno de sus mentores a futuro.

La historia del papá y el taller de latonería y pintura

El resultado de que su papá trabajó en el área de latonería y pintura, sumado a su conocimiento de tres años de Ingeniería Industrial, hizo que Chávez se interesara por los talleres de arreglo de carros. Esto le valió para aventurarse a trabajar en un oficio que, anticipó proféticamente, “no trabajaría en eso”. 

Lo importante, expresó Chávez, “es que para este tipo de trabajo no se necesitaba hablar inglés”, y por ello se aventuró, por insistencia de un amigo vecino, a meterse a laborar en un taller automovilístico. 

El amigo, quien tenía un conocido italiano que tenía local de estos, le propuso hablar con él para recomendarlo. El italiano lo entrevistó y lo desafió arreglar un carro del cual no tenía la menor idea de cómo hacerlo.

Sin mediar palabras, lo primero que hizo fue romperle el vidrio al carro de manera accidental. “Cuando el dueño vio el desastre me dijo que yo no sabía hacer nada de eso y le respondí con la verdad que tenía razón”, refirió jocosamente.

La necesidad de trabajar, motivó a Chávez aceptar otra tarea menos complicada que le propuso el italiano; la de limpiar y pulir carros. Este trabajo dio inicio una actividad que duró 10 años, donde aprendió todo lo relacionado con el área automotriz.

El director de Magazine Latino, Jose Rey en entrevista con el empresario Peter Chavez
El director de Magazine Latino, Jose Rey en entrevista con el empresario Peter Chavez

Le llevó cinco años aprender la parte de arreglo y reparación de los carros  y otros cinco más para aprender la parte de producción. Afirmó: “como yo nunca dejé de ir a la escuela nocturna para estudiar inglés. Un viernes se sentó a mi lado el italiano y me preguntó si todavía seguía en el colegio a lo cual respondí que sí. Luego me preguntó qué me gustaría hacer en la vida”. A lo cual, de manera directa respondió que su sueño era tener su propio negocio. 

Para ello, le respondió el italiano tenía que aprender a manejar el taller. Oportunidad que no desperdició y aprovechó hacer al día siguiente de la conversación una realidad.

El desafío de la computadora 

El jefe, como él lo recuerda, le ofreció su oficina y le asignó la primera tarea que consistía en hacer un inventario de los carros, en una computadora y, con un sistema que no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba. El italiano como leyéndole el pensamiento le dijo: “tú vas aprender a descifrar eso”.

Al día siguiente, que era sábado y no trabajaban, “comencé aprender el uso de la computadora”, precisó. Lo hizo desde las 9:00 de la mañana hasta las 10:00 de la noche.

Con los años y el trabajo realizado por Chávez, el italiano pasó de tener uno a poseer tres talleres. Chávez pasó de empleo a convirtirse en la mano derecha del dueño.

Cuenta que todo iba bien en el negocio hasta que la esposa y el hijo de su jefe comenzaron a meterse en los asuntos de la compañía. La situación se puso difícil para Chávez, quien comenzó a tener incomodidades con la señora del italiano.

Recuerda: “Mi jefe me pidió que lo ayudara a criar a sus hijos, a lo cual le respondí que ya tenía suficiente problemas como para meterme en eso. Y decidí irme de allí por una discusión bastante fuerte con la esposa”.

En 1999 Peter Chávez ganaba 60 mil dólares al año. Ahora su próximo sueño era tener un negocio propio y el primer paso fue asociarse con un conocido que trabajaba en una compañía de pinturas. Este le dijo que hablaría con su jefe para recomendarlo como representante de ventas de pinturas. 

Esta experiencia lo ayudó a conocer bien el ramo de las pinturas, el manejo del negocio, a los dueños de las empresas y sobre todo, los talleres con los que trabajaba. En esa compañía trabajó cuatro años con un ingreso de 95 mil dólares al año.

La oportunidad  y un plan de negocios una servilleta de Starbucks

Cuando se retiró de trabajar en el negocio de las pinturas, un cliente de St Catharines, una ciudad de la provincia de Ontario, que ya se quería retirar del negocio de pinturas y, a quien Chávez había ayudado mucho, le propuso que le comprara el negocio en cómodas cuotas. Oportunidad que aprovechó con un compañero de trabajo mientras se tomaban un café, en un reconocido lugar de la ciudad. 

Fue así como Peter Chávez  y su socio Ian Ladd, comenzaron el negocio de las franquicias de los talleres de automóviles. Dicho negocio registraba anualmente, solo en ventas,  650 mil dólares al año. Ambos acordaron asociarse para comprar el taller. 

Mientras tanto, Chávez le comentó a Ladd,  que podían empezar reduciendo sus salarios como estrategia para ahorrar y arrancar. De allí pasaron de 120  y 95 mil dólares anuales, respectivamente, a ganar 35 mil dólares cada uno. Sacrificio que le representó 1,2 millones en un año y que los llevó a la segunda etapa del plan de 10 años. 

“Tener 10 talleres mecánicos, con ventas de, en aquel tiempo, 15 millones de dólares anuales, fue el plan que hicimos en una servilleta de Starbucks”,  apuntó el empresario nicaragüense.

Con exactitud recuerda que acordaron renunciar el 11 de septiembre de 2001. Ian Ladd  lo haría a las 9: 00 de la mañana y Peter Chávez a las 2:00 de la tarde. Ladd  renunció antes de que sucediera el ataque terrorista a las Torres de Gemelas de New York en E.E.U.U. Mientras esto sucedía, y bajo la mirada atónita de lo que estaba pasando, Chávez pensó si sería oportuno renunciar. Con la fe de que lo sucedido en el país vecino no afectaría el proyecto mancomunado, se lanzó al ruedo del emprendimiento. 

Señaló que  las primeras ventas del año registró un 1 millón 199  mil  dólares, más del estimado que se habían trazado como meta. Esto se debió al trabajo duro y  los sacrificios personales que tuvieron que hacer como utilizar un solo carro para ahorrar gastos.

 Mientras Ladd manejaba el marketing, Chávez hacía lo propio con la calidad del producto. La dupla hizo posible que se constituyera el grupo emplesarial LCG CARSTARS, una franquicia que los consolidó como empresarios importantes en Canadá y Estados Unidos.

CARSTARS LCG 

A los 15 años de haber iniciado el negocio, pronto a cumplir 21 años, ya contaban con 13 locales en diferentes lugares del país. Ostentaban ventas de más de 27 millones, a eso se le sumaba el 25% de las ventas de los seguros, que hicieron que se triplicara el patrimonio, convirtiéndose el grupo de  talleres CARSTARS más grande de Norteamérica. Con el tiempo pasaron de los talleres y carros, a comprar y vender los terrenos de varios locales que habían adquirido con los negocios. 

Los campos de golf y el futuro inmobiliario

Una tarde que se encontraban reunidos, Chávez  le comentó a Ladd sobre su  cansancio de la industria automotriz, por las forzadas medidas aplicadas por las compañías de seguro. Estas se encargan de establecer los costos de pago de siniestros, los arreglos de los carros, los materiales, piezas a utilizar y hasta del tiempo de reparación del automóvil, si el tiempo se excedía, los costos corrían por cuenta de los talleres.

“Un día le dije a mi socio que estaba cansado de estar peleando con esta gente y le propuse buscar otra cosa que hacer, a lo que él respondió que se lo dejará a él. Como a los dos años me anunció que ya sabía en qué íbamos a invertir”, apuntó.

Se trataba de la adquisicion de un campo de golf, uno de los hobbies de Peter Chávez. La investigación que hicieron con dueños en el área, les arrojó que la inversión en la construcción de los campos de golf no era por el deporte en sí, sino por el valor que tendrían las tierras a futuro.

Esta idea les gustó y decidieron alternar el negocio de los talleres con el del Golf. Esto trajo consigo la compra de un restaurante, que se sumó a la lista de emprendimientos de los socios.este restaurante hoy en dia es uno de los lugares mas reconocidode Hamilton, RADIUS sencillamente , delicioso 

 El futuro inmediato, los sueños por alcanzar y el legado

Para Peter Chávez, como para muchos padres, su mayor legado es el reconocimiento de sus hijos y la influencia que han tenido en ellos. Por esto, su hijo varón, Kenneth , su esposa Maxvel y su hija Marcela están involucrados de una manera u otra en el manejo de los negocios  de su padre.

Por otra parte, explicó que su mayor inspiración es llegar a ser una referencia para otros hispanos, en especial, para sus compatriotas que emigran para alcanzar un sueño de ayudar a sus familias que se quedan en sus países de origen.

En un aparte, comentó que la situación en Nicaragua, su país, es bastante compleja. Aunque no puede olvidar sus raíces y la complejidad de los problemas políticos, para él Ortega ha hecho algunas cosas buenas por el país y otras que el debio enfrentar de diferentes maneras, pero eso se lo dejamos a los politicos.

Muchos de los amigos de Peter, le dejaron de hablar porque el sigue invirtiendo en Nicaragua. Aunque eso contradice lo que ellos le refutan, él lo ve como una inversión a largo plazo: meto cada dólar en un negocio que se está levantando allá. Que sé va ayudar a la gente más pobre a través de la generación de empleos”, sostuvo Chavez.

Apuntaló que, antes de gastar su dinero en viajes por el mundo, como lo hacen muchos, él prefiere gastar su dinero en su país. Entre tanto añadió proféticamente,  que si él pudo lograr sus sueños, otros los pueden hacer también con perseverancia y constancia.

¨Hoy le agradezco a mi esposa Maxvel, a mis hijos Kenneth y Marcella  a mi socio Ain Ladd y a todos nuestros equipo de trabajo por  el apoyo que nos han brindado en todos estos años¨ concluyo Chávez cerrando esta entrevista y además agrego ¨que si alguien necesita un mentor el  estaría feliz de apoyarlo¨

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