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Crisis diplomática con Catar, ¿culpa de Trump?

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Es una de las peores crisis diplomáticas en Oriente Medio. Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Baréin, Yemen, Maldivas y Libia rompieron relaciones con Catar, argumentando que apoya a organizaciones terroristas como el Estado Islámico y Al Qaeda.

«Ante la insistencia del Estado de Catar de continuar socavando la seguridad y la estabilidad de la región y su incapacidad para cumplir con los compromisos y acuerdos internacionales, se ha decidido tomar las siguientes medidas necesarias para salvaguardar los intereses de los países del Consejo de Cooperación del Golfo y el pueblo catarí», detalla un comunicado divulgado en la últimas horas por Emiratos Árabes Unidos.

La medida se da dos semanas después de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en una visita a Riad le pidiera a Qatar unirse contra el extremismo. Por eso desde otros países de la región, como Irán, se levantan voces acusando al mandatario republicano de la crisis. “Los recientes conflictos entre los países árabes en Oriente Medio responden a las intervenciones de EE.UU. en la región y la reciente visita de Trump», aseguró el presidente de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior del Parlamento iraní, Alaeddin Boruyerdi.

Con respecto a la ruptura diplomática entre varios países árabes y Catar, el legislador iraní ha señalado que además de una gran venta de armas y la intensificación de la agresión contra Yemen, el viaje de Trump también afectó negativamente los lazos políticos entre los países de la zona.

Mundial, el primer damnificado

La crisis diplomática desatada en el Golfo podría afectar la organización de la Copa del Mundo de fútbol de 2022 en Catar, aseguraron varios expertos. «Es un gran aumento de la presión sobre Catar», asegura Kristian Ulrichsen, experto en la región del Golfo Pérsico del Instituto Baker de Houston (Estados Unidos). «Creo que tendrá un verdadero impacto si dura de forma indefinida», afirma.

Desde que la Federación internacional de fútbol (FIFA) eligió a este pequeño emirato rico en hidrocarburos como país organizador del Mundial de 2022, una decisión que suscitó una gran controversia, Catar ha recalcado que es una nación políticamente segura, a pesar de su ubicación en una región inestable.

Doha también ha hecho hincapié en que el torneo beneficia a todo el Golfo y no sólo a su país. Naser Al Jater, una figura importante de la organización del Mundial, aseguró hace poco que hasta 1,3 millones de aficionados podrían visitar la capital del emirato, procedentes en su mayoría de la región y «sobre todo de Arabia Sauditaí».

Pero la decisión de Arabia Saudita y sus aliados respecto a sus relaciones diplomáticas con Catar podría cambiarlo todo, opina Ulrichsen. «Uno de sus mayores argumentos (para organizar la Copa del Mundo) era que Catar es uno de los países más estables de Oriente Medio», explica.

Pero si se cuestiona la estabilidad del país y se considera el hecho de que otros países podrían pedir acoger la competición en un plazo reducido, los organizadores podrían empezar a ponerse nerviosos, añade el experto. «Catar sabe que hay alternativas, así que mirará» con recelo hacia los costados, dice.

Otras consecuencias

Catar también quedó expulsado de la coalición militar árabe que interviene en el conflicto en Yemen.

La coalición liderada por Arabia Saudita interviene hace más de dos en el conflicto en Yemen para apoyar al gobierno de Abd Rabo Mansur Hadi, en su lucha contra los rebeldes hutíes, un grupo de milicias chiitas.

El conflicto yemení ya ha provocado más de 8.000 muertos y 45.000 heridos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Arabia Saudita, dotada de las Fuerzas Armadas mejor equipadas de Oriente Medio después de las de Israel, es uno de los principales compradores de armas del mundo y es también uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos en la región, frente a Irán y contra el grupo Estado Islámico (EI) en Siria e Irak.

Doha enfrentaba hace tiempo acusaciones de ser un Estado que apoyaba al «terrorismo». Muchos le reprocharon su apoyo a grupos rebeldes que luchan contra el presidente sirio Bashar al Asad y varios nacionales han sido sancionados por el Departamento del Tesoro en Estados Unidos, acusados de financiar actividades «terroristas».

Efectos inmediatos

Una fuente oficial citada por la prensa dijo que el país había decidido «cortar sus relaciones diplomáticas y consulares con Catar y cerrar la fronteras terrestres, marítimas y los puentes aéreos».

Esta medida «decisiva» se debe a las «graves violaciones que cometieron las autoridades de Catar en los últimos años», dijo el comunicado. En la línea pautada por Riad, otros Estados del Golfo adoptaron la misma medida. Los Emiratos Árabes Unidos adoptaron la misma medida.

Catar era uno de los principales apoyos del presidente islamista Mohamed Morsi, derrocado en 2013 por el exjefe de las fuerzas armadas y actual presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi. Desde entonces ambos países tienen vínculos muy tensos.

El comunicado menciona «el fracaso de todas las tentativas para disuadir (a Catar) de apoyar a organizaciones terroristas».

Algunos expertos temen que la situación actual se parezca a la crisis de 2014 que implicó la llamada de varios embajadores de países del Golfo destacados en Doha, en especial por las acusaciones de que el país apoyaba a los Hermanos Musulmanes.

La semana pasada el emir de catar viajó a Kuwait para reunirse con el emir jeque Sabah al Ahmad al Sabah, lo que fue considerado como un intento de obtener una mediación.

Esta es la crisis más grave desde la creación en 1981 del CCG, formado por Arabia Saudita, Baréin, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait, Omán y Catar.

El comunicado egipcio mencionaba «el fracaso de todas las tentativas para disuadir (a Catar) de apoyar a organizaciones terroristas».

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