
Santa Marta, la ciudad más antigua de Colombia y una de las primeras fundadas en América, conmemora sus 500 años de existencia, un hito que la consolida como un epicentro de historia, cultura y turismo en el Caribe.
Fundada el 29 de julio de 1525 por el conquistador español Rodrigo de Bastidas, Santa Marta es mucho más que un punto en el mapa: es un crisol de culturas indígenas, africanas y europeas que han tejido una identidad única, reflejada en su gente, su patrimonio y sus paisajes.
Este articulo explora la rica trayectoria de la ciudad, sus personajes emblemáticos, su vibrante cultura, su atractivo turístico y la calidez de sus habitantes, enmarcados por las playas que han hecho de Santa Marta la “Perla de América”.
Historia: El origen de un mestizaje fundacional
Santa Marta fue el primer asentamiento español permanente en lo que hoy es Colombia, establecido en un territorio habitado por los pueblos indígenas tayrona, kogui, arhuaco, wiwa y kankuamo, quienes aún preservan sus tradiciones en la Sierra Nevada.
La fundación de la ciudad por Bastidas marcó el inicio de un proceso de mestizaje que, aunque atravesado por tensiones y conflictos, sentó las bases de la identidad colombiana moderna. Bastidas, conocido por su intento de establecer relaciones pacíficas con los indígenas, trazó las primeras calles de la ciudad y buscó un modelo de convivencia que respetara a las comunidades nativas, aunque sus esfuerzos se vieron truncados por las ambiciones de sus propios compañeros, quienes lo asesinaron en 1527.
A lo largo de los siglos, Santa Marta fue escenario de momentos clave en la historia de América Latina.
La Quinta de San Pedro Alejandrino, donde Simón Bolívar pasó sus últimos días en 1830, es un símbolo de su relevancia en la lucha por la independencia.
Este lugar, hoy monumento nacional, no solo preserva la memoria del Libertador, sino que también alberga un jardín botánico y un museo de arte contemporáneo que conectan el pasado con el presente.
Además, la Catedral Basílica de Santa Marta, la más antigua de Colombia, y la Casa de la Aduana son testimonios arquitectónicos de su legado colonial.
El siglo XX trajo desafíos, como el impacto ambiental de la industria carbonera y los cultivos de marihuana en los años setenta, que afectaron el turismo.
Sin embargo, desde inicios del siglo XXI, Santa Marta ha renacido como un destino turístico de primer orden, impulsado por su riqueza natural y cultural, así como por proyectos de sostenibilidad que buscan preservar su entorno.
Personajes: Voces que han dado forma a Santa Marta
Santa Marta ha sido cuna y hogar de figuras que han marcado la historia y la cultura de Colombia. Además de Bastidas y Bolívar, la ciudad ha dado al mundo personajes como Carlos Vives, el cantautor ganador de premios Grammy que ha llevado el vallenato a escenarios globales, fusionándolos con ritmos modernos. Vives, en su reflexión sobre los 500 años de Santa Marta, destaca la importancia de celebrar la identidad mestiza de la ciudad, reconociendo tanto sus luces como sus sombras.
Otro ícono es Carlos “El Pibe” Valderrama, el legendario futbolista cuya genialidad en la cancha lo convirtió en un símbolo del talento samario.
Mujeres pioneras también han dejado su huella. El libro Santa Marta, Cinco Siglos de Historia, publicado por la Universidad del Magdalena y la Cámara de Comercio, resalta el papel de figuras femeninas en la construcción de la ciudad, desde lideresas indígenas hasta emprendedoras modernas que han impulsado el desarrollo económico y cultural. Estas voces, junto con las de los pueblos indígenas que han resistido siglos de colonización, son esenciales para entender la diversidad de Santa Marta.
Cultura: Un mosaico de tradiciones y saberes
La cultura de Santa Marta es un reflejo de su historia de mestizaje. La ciudad es un escenario donde conviven las tradiciones de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada, las herencias africanas de los palenques y las influencias hispánicas de la época colonial. La cumbia, reconocida como símbolo nacional, tiene en Santa Marta un epicentro de celebración, con festivales que resaltan su importancia como expresión de resistencia y alegría.
Eventos como las fiestas del Mar, que incluye competencias deportivas, desfiles folclóricos y la elección de la Capitana Nacional del Mar, son muestras de la vitalidad cultural de la ciudad. Además, la gastronomía samaria es un deleite para los sentidos, con platos que combinan la frescura del mar Caribe, como los ceviches, con los sabores de la Sierra Nevada, como el café cultivado por comunidades indígenas. Ejemplo de esto es Guásimos un restaurante incrustado en el centro histórico de la ciudad.
En 2025, la conmemoración de los 500 años ademas de conciertos y reinados, incluyo más de 120 actividades culturales, desde exposiciones en la Quinta de San Pedro Alejandrino hasta diálogos sobre la hoja de coca liderados por comunidades indígenas. Estos eventos buscaron fortalecer la memoria colectiva y visibilizar la diversidad cultural del Gran Caribe.

Turismo: Playas, naturaleza y sostenibilidad
Santa Marta es conocida como “La magia de tenerlo todo”, un eslogan que captura su diversidad de atractivos turísticos. Sus playas, como El Rodadero, Playa Blanca, Bahía Concha y las del Parque Nacional Natural Tayrona, son famosas por sus aguas cristalinas y arenas doradas. El Parque Tayrona, con joyas como Cabo San Juan y La Piscina, combina selva tropical con costa caribeña, ofreciendo una experiencia única para los amantes de la naturaleza.
La Sierra Nevada de Santa Marta, la cordillera costera más alta del mundo, es otro pilar del turismo. Hogar de sitios arqueológicos como Ciudad Perdida, considerada una de las siete maravillas de Colombia, esta región invita a explorar la conexión espiritual y ecológica de los pueblos indígenas. Lugares como Minca, con sus cascadas y rutas de avistamiento de aves, complementan la oferta de ecoturismo.
El turismo sostenible es una prioridad en los planes para el quinto centenario. Proyectos como el Gran Museo de los 500 Años, apoyado por la CAF, y la construcción de senderos ecológicos y un teleférico buscan posicionar a Santa Marta como un destino de clase mundial, respetuoso con su entorno. Hoteles como el Santa Marta Marriott Resort Playa Dormida participan en iniciativas de conservación, como limpiezas de playas y protección de manglares, integrando a los visitantes en estas prácticas.
La gente: El alma de Santa Marta
La calidez y hospitalidad de los samarios son el corazón de la ciudad. Su “chispa caribeña” hace que los visitantes se sientan como en casa, acogidos por una comunidad que celebra su diversidad y vive con pasión su identidad.
Los samarios, descendientes de indígenas, africanos y europeos, son guardianes de una historia compleja que hoy buscan resignificar, promoviendo un diálogo intercultural que reconozca tanto el legado hispánico como las resistencias indígenas y afrocolombianas.
En las calles del centro histórico, los mercadillos de artesanías, los murales coloridos y los vendedores de raspados reflejan la vitalidad de una ciudad que no solo mira al pasado, sino que se proyecta hacia el futuro con optimismo. La participación de las comunidades en la conmemoración de los 500 años, incluyendo rituales indígenas y eventos culturales, demuestra el compromiso de los samarios con su herencia y su deseo de construir una ciudad más inclusiva y sostenible.
Conclusión: Una ciudad que mira al futuro
Santa Marta, en sus 500 años, es un testimonio vivo de la resiliencia y la riqueza cultural de Colombia. Desde su fundación en 1525 hasta su transformación en un destino turístico de clase mundial, la ciudad ha sabido integrar su pasado con las aspiraciones de un futuro sostenible. Sus personajes, como Bastidas, Bolívar, Vives y Valderrama, han dado forma a su identidad, mientras que su cultura, marcada por el mestizaje, sigue siendo un faro de creatividad y resistencia. Las playas y la Sierra Nevada, junto con la calidez de su gente, hacen de Santa Marta un lugar donde la historia, la naturaleza y la hospitalidad se entrelazan para ofrecer una experiencia inolvidable.
En este quinto centenario, Santa Marta no solo celebro su pasado, sino que se proyecta como un modelo de turismo sostenible y desarrollo cultural. Como dice Carlos Vives, es una oportunidad para “celebrar lo que nos hace colombianos modernos”, abrazando la diversidad y construyendo un relato que una a todos los samarios y visitantes en un mismo latir: el del corazón del Caribe.






