
WASHINGTON — En medio de una nueva escalada de violencia en Oriente Medio, el expresidente estadounidense Donald Trump aseguró este martes que el alto el fuego entre Israel y las facciones palestinas “se mantiene”, pese a los intensos bombardeos israelíes registrados en la Franja de Gaza durante las últimas horas como represalia a una serie de ataques con cohetes provenientes del enclave.
Las declaraciones de Trump, ofrecidas durante un acto político en Florida, generaron confusión entre analistas y medios internacionales, ya que los reportes del Ministerio de Salud de Gaza confirmaron al menos 38 muertos y más de 150 heridos en los últimos ataques aéreos israelíes. Testigos en el terreno describieron una noche de explosiones continuas, con edificios residenciales reducidos a escombros y cientos de familias desplazadas.
El ejército israelí defendió la ofensiva afirmando que sus acciones “buscan neutralizar infraestructuras terroristas” y que los objetivos alcanzados pertenecen a grupos armados responsables de lanzar misiles hacia territorio israelí. “Israel tiene derecho a defenderse de quienes amenazan su seguridad”, indicó un portavoz militar.
Mientras tanto, en Washington, la Casa Blanca se ha mantenido cautelosa. Fuentes diplomáticas confirmaron que Estados Unidos intenta evitar un colapso total del frágil alto el fuego negociado semanas atrás con la mediación de Egipto y Qatar. Aunque Trump ya no ocupa un cargo oficial, su discurso sigue influyendo en la política republicana, y su afirmación sobre la estabilidad del cese de hostilidades fue interpretada como una crítica indirecta a la administración Biden, a la que acusa de “debilidad” en la región.
Organismos internacionales como la ONU y la Unión Europea han expresado preocupación por la reanudación de los combates y han instado a ambas partes a “respetar los compromisos humanitarios y detener la espiral de violencia”. En Gaza, los hospitales trabajan al límite, mientras las agencias humanitarias alertan sobre una posible crisis de abastecimiento de agua y energía.
Expertos en relaciones internacionales señalan que el conflicto demuestra la fragilidad de los acuerdos de paz en Medio Oriente y el riesgo de que actores externos utilicen el tema como herramienta política. Pese a los llamados a la calma, el sonido de los drones y las sirenas sigue marcando el ritmo de una región que parece atrapada entre la diplomacia y la destrucción.






