
El expresidente de Francia, Nicolas Sarkozy, fue condenado este jueves a cinco años de prisión por un tribunal de París, tras ser hallado culpable de conspiración criminal en un caso que ha sacudido los cimientos de la política francesa: la supuesta financiación de su campaña presidencial de 2007 con dinero procedente del régimen del fallecido dictador libio Muammar Gaddafi.
Aunque fue absuelto de los cargos más graves —corrupción y financiación ilegal directa—, el fallo establece que Sarkozy permitió que miembros de su círculo íntimo establecieran contactos con funcionarios libios para obtener fondos de manera ilícita. Esta sentencia representa una de las condenas más severas jamás impuestas a un expresidente francés.
Sarkozy, de 70 años, ha negado rotundamente todas las acusaciones, calificando el proceso como una persecución con motivaciones políticas. No obstante, el tribunal fue claro al señalar que, aunque no se pudo probar que el dinero libio ingresara directamente a su campaña, sí existió una trama concertada para buscarlo, y Sarkozy era plenamente consciente de los hechos.
Un veredicto con consecuencias inmediatas
A diferencia de otros casos, esta sentencia implica que Sarkozy irá a prisión aunque apele. La dureza del fallo sorprendió a muchos observadores judiciales y políticos, dado que en anteriores condenas se le permitió cumplir la pena bajo arresto domiciliario o con una pulsera electrónica, como ocurrió en 2023 por otro caso de corrupción.
El tribunal señaló que la conspiración se produjo entre 2005 y 2007, período en el que Sarkozy era ministro del Interior. Tras asumir la presidencia en 2007, obtuvo inmunidad constitucional, lo que limitó los cargos posteriores en su contra por estos hechos.
Implicaciones políticas y un legado empañado
Otros acusados en el juicio incluyeron a figuras clave del entorno de Sarkozy, como Claude Guéant y Brice Hortefeux, ambos exministros del Interior. Guéant fue declarado culpable de corrupción, mientras que Hortefeux fue hallado culpable de conspiración criminal.
A pesar de su historial judicial y de haber perdido incluso la Legión de Honor —la más alta distinción francesa—, Sarkozy sigue siendo una figura de peso en la política nacional. Recientemente se reunió con el actual primer ministro, Sébastien Lecornu, y ha generado controversia al dar su aval a la ultraderechista Agrupación Nacional, liderada por Marine Le Pen, al afirmar que ya forma parte del «arco republicano».
Más juicios en el horizonte
Este no es el único frente judicial que enfrenta el exmandatario. En 2023, el Tribunal de Casación —el más alto de Francia— confirmó su condena por corrupción y tráfico de influencias en otro caso, en el que cumplió una pena con una pulsera electrónica. Además, un tribunal de apelaciones ratificó una condena por financiación ilegal de campaña electoral en 2012, año en que Sarkozy intentó sin éxito su reelección.
El próximo mes, se espera que el tribunal supremo emita su decisión final sobre ese último caso, lo que podría sumar un nuevo capítulo a la ya extensa saga judicial del expresidente.